¡Hola! Me llamo Luis y voy a intentar contaros el viaje que realicé en compañía de mi esposa Graci y mis amigos, Gema, Javi, Inés y Zamora, a Grecia, entre el 31 de mayo y el 16 de junio de 2009 y en el que visitamos: Atenas, el Peloponeso (Canal de Corinto, Corinto, Micenas, Epidauro, Olimpia), Delfos, Meteora, Santorini, Paros y Mykonos.
Esperamos que os pueda servir de ayuda para preparar vuestro futuro viaje.
DÍA – 1:
Salimos de Mieres el día domingo 31 de mayo con una mañana espléndida que no hacía presagiar la niebla que nos íbamos a encontrar en el aeropuerto de Asturias y que nos supuso un retraso de tres horas en nuestro vuelo a Madrid y la perdida del enlace con Atenas, menos mal que al final conseguimos plaza en otro vuelo que salía a las 18:30 h y llegamos a la capital griega a las 22:30 h.
En el aeropuerto cogimos el autobús E-95, que sale cada 15 minutos y que nos dejó en la plaza Sintagma, en la que después de unas carreritas logramos coger el último metro hacia Metaxourgio, donde teníamos reservadas dos noches en el Hotel Apollo, establecimiento con una buena relación calidad precio, bien situado, próximo a la plaza Omonia, muy bien comunicado y sobre todo con una vistas espléndidas a la Acrópolis, que hicieron que tomásemos inmediatamente la decisión de quedarnos todas las noches en el restaurante que hay en su terraza y así cenar y tomarnos unas copas, contemplando las famosas ruinas.
DÍA – 2:
Nos levantamos a las ocho de la mañana y después de desayunar nos dirigimos andando hacia la plaza Omonia, donde giramos hacia la calle Athinas para dirigirnos hacia Monastiraki, no sin antes hacer una visita al Mercado de las Pulgas.
Ya en Monastiraki nos dirigimos hacia el Agora Antigua de Atenas en la que cabe destacar, el Hefestión o Templo de Hefesto, el mejor conservado de la civilización griega, la Stoa de Atalo y la iglesia bizantina del s. XI Agii Apostoli.
A continuación fuimos ganando altura dirigiéndonos hacia la Acrópolis, pasando primero por la roca del Areópago, donde se reunía el consejo del mismo nombre. Una vez en la Acrópolis, te llevas un poco de desilusión porque todo está con andamios y te vuelves loco para hacer una foto decente, pero tengo que reconocer que la visita merece la pena. Accedimos al recinto por los Propileos, quedando a nuestra derecha el Templo de Atenea Niké, dirigiéndonos a continuación hacia el Partenón y finalizando nuestra visita en el Erecteión con su célebre stoa o tribuna sostenida por seis Cariátides.
Al salir del recinto pudimos contemplar el Odeón de herodes y el Teatro de Dionisos y al ver que eran las tres de la tarde decidimos buscar una buena sombra para comernos los “bocatas” que llevábamos, entre ellos una buena ración para cada uno del famoso “bollu de Marujina”, y no pudimos encontrar un mejor marco que una zona verde que hay al lado del Arco de Adriano y así mientras reponíamos fuerzas, pudimos contemplar esta maravilla de mármol pentélico cuya puerta mide 1,5 metro de ancho y 18 metros de alto.
Ya con el estómago lleno continuamos por la Avda. Amalias hacia la plaza Sintagma, donde pudimos contemplar el cambio de guardia, realizado por los soldados llamados Evzones en el Monumento al Soldado Desconocido, situado a los pies del Parlamento Griego (antiguo Palacio Real).
Continuamos hacia el Jardín Nacional, pasando al lado del edificio del Zappeión, usado como Palacio de exposiciones de arte y en algunas ocasiones para realizar conciertos, además de utilizarse para importantes recepciones y otros grandes actos. Salimos del Jardín Nacional frente a la Residencia Presidencial y seguimos calle abajo hacia el estadio Panathinaiko, construido íntegramente con mármol blanco del monte Pentélico. En tiempos antiguos se utilizó para acoger el atletismo de los Juegos Panatenaicos en honor a la diosa Atenea. Durante la época clásica había asientos de madera. Posteriormente se rehizo en mármol en el 329 aC y fue ampliado y renovado por Herodes Atticus en el 140 AD, alcanzado una capacidad de 50.000 espectadores todos ellos sentados. Fue reconstruido en 1895 sobre el antiguo para los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna.
Nos levantamos a las ocho de la mañana y después de desayunar nos dirigimos andando hacia la plaza Omonia, donde giramos hacia la calle Athinas para dirigirnos hacia Monastiraki, no sin antes hacer una visita al Mercado de las Pulgas.
Ya en Monastiraki nos dirigimos hacia el Agora Antigua de Atenas en la que cabe destacar, el Hefestión o Templo de Hefesto, el mejor conservado de la civilización griega, la Stoa de Atalo y la iglesia bizantina del s. XI Agii Apostoli.
A continuación fuimos ganando altura dirigiéndonos hacia la Acrópolis, pasando primero por la roca del Areópago, donde se reunía el consejo del mismo nombre. Una vez en la Acrópolis, te llevas un poco de desilusión porque todo está con andamios y te vuelves loco para hacer una foto decente, pero tengo que reconocer que la visita merece la pena. Accedimos al recinto por los Propileos, quedando a nuestra derecha el Templo de Atenea Niké, dirigiéndonos a continuación hacia el Partenón y finalizando nuestra visita en el Erecteión con su célebre stoa o tribuna sostenida por seis Cariátides.
Al salir del recinto pudimos contemplar el Odeón de herodes y el Teatro de Dionisos y al ver que eran las tres de la tarde decidimos buscar una buena sombra para comernos los “bocatas” que llevábamos, entre ellos una buena ración para cada uno del famoso “bollu de Marujina”, y no pudimos encontrar un mejor marco que una zona verde que hay al lado del Arco de Adriano y así mientras reponíamos fuerzas, pudimos contemplar esta maravilla de mármol pentélico cuya puerta mide 1,5 metro de ancho y 18 metros de alto.
Ya con el estómago lleno continuamos por la Avda. Amalias hacia la plaza Sintagma, donde pudimos contemplar el cambio de guardia, realizado por los soldados llamados Evzones en el Monumento al Soldado Desconocido, situado a los pies del Parlamento Griego (antiguo Palacio Real).
Continuamos hacia el Jardín Nacional, pasando al lado del edificio del Zappeión, usado como Palacio de exposiciones de arte y en algunas ocasiones para realizar conciertos, además de utilizarse para importantes recepciones y otros grandes actos. Salimos del Jardín Nacional frente a la Residencia Presidencial y seguimos calle abajo hacia el estadio Panathinaiko, construido íntegramente con mármol blanco del monte Pentélico. En tiempos antiguos se utilizó para acoger el atletismo de los Juegos Panatenaicos en honor a la diosa Atenea. Durante la época clásica había asientos de madera. Posteriormente se rehizo en mármol en el 329 aC y fue ampliado y renovado por Herodes Atticus en el 140 AD, alcanzado una capacidad de 50.000 espectadores todos ellos sentados. Fue reconstruido en 1895 sobre el antiguo para los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna.
Finalizada la visita seguimos hacia el Templo de Zeus que fue construido en mármol del monte Pentélico, y medía 96 metros de largo 40 metros de ancho. Constaba de 104 columnas corintias, cada una de 17 metros de alto. Sólo 15 de estas columnas quedan en pie hoy, la decimosexta fue derribada durante un terremoto en 1852 y esta todavía tendida donde cayó.
Al ver que eran las seis de la tarde y que ya estábamos agotados, decidimos acercarnos a la Avda. Amalia a recoger los billetes de Blue Star para los ferrys de las islas y que habíamos reservado previamente por internet y a continuación a la Avda Singrou a recoger la Fiat Scudo, que también teníamos reservada (www.ealquilerdecoches.es, nos salió por 300 € cuatro días), para nuestro viaje por el Peloponeso y Meteora, trasladándonos a continuación al hotel para después de una reconfortante ducha subir a la terraza a tomarnos un “ouzo” o dos, o unas cervezas, antes de cenar contemplando la Acrópolis iluminada.
DÍA – 3:
Nos levantamos a las ocho de la mañana y después de desayunar cargamos las maletas en la furgoneta y abandonamos Atenas, rumbo hacia el Canal de Corinto que une el Golfo de Corinto con el Mar Egeo. Mide 6,3 km de largo y se construyó entre 1881 y 1893. Evita el rodeo de 400 km alrededor de la Península del Peloponeso a los barcos pequeños, ya que sólo tiene 21 m de ancho y 8 de profundidad. A pesar de estas limitaciones, cerca de 11000 barcos cruzan el canal cada año. Continuamos viaje hacia Corinto, donde visitamos las ruinas de la antigua ciudad, contemplando el Templo de Apolo que se considera que es uno de los monumentos más antiguos de Grecia, en el que sólo quedan siete columnas dóricas del peristilo, en un principio contaba con seis en la fachada y quince a los lados, y la Fuente de Pirene, la leyenda cuenta que, de tanto llorar la muerte de su hijo, asesinado por Artemisa, Pirene se transformó en manantial de agua clara. La verdad que una vez vistas las ruinas, no recomiendo a nadie que se desvíe de su ruta para visitarlas.
Continuamos viaje hacia Micenas, situada a unos 90 km al suroeste de Atenas, en el noreste de la península del Peloponeso, en el segundo milenio A.C. Micenas era uno de los mayores centros de la civilización griega, una fortaleza militar que dominaba gran parte del sur de Grecia. Según la mitología, fue construida por Perseo ayudado por los Cíclopes. En ella cabe destacar La Puerta de los Leones ubicada en la puerta principal de la muralla, al este de la ciudad, se trata de una escultura triangular que presenta la figura de un león a cada uno de sus lados apoyados en una columna que los estructura tiene unas dimensiones de 3,90 por 3,30 metros y el Tesoro de Atreo o Tumba de Agamenón que es la tumba abovedada, o tholos, más monumental que se conoce en Grecia, situada a las afueras de Micenas, esta cámara sepulcral tiene sus muros hechos a base de hiladas de sillares que poco a poco, van estrechando, el diámetro interior hasta cerrarse en lo alto formando así la llamada falsa cúpula. Se puede considerar como el primer edificio con una idea de espacio interior en el arte de la construcción de la civilización occidental. Hay que destacar, de igual manera que en la Puerta de los Leones, el volumen de la piedra que compone el dintel, de gran tonelaje, lo que supone un gran alarde de ingeniería para la época.
Terminada la visita a Micenas decidimos que era un buen sitio para meternos en el cuerpo un bocadillo con el pan más rico que he comido en mi vida y así poder continuar ruta hacia Epidauro. En este trayecto nos jugó una mala pasada la interpretación de las ordenes que nos daba la señorita mejicana que nos hablaba desde el tom-tom ( imprescindible para moverse por Grecia ), llegando a encontrarnos rodeados por un gran rebaño de ovejas y no viendo la manera de acertar con la ruta verdadera. Al final tras unas cuantas idas y venidas llegamos a Epidauro que era una pequeña ciudad griega de la Argólida, península al noroeste del Peloponeso y que es principalmente conocida por su teatro, que tiene una capacidad para 14000 espectadores. La acústica del teatro de Epidauro es excepcional, permite a los últimos espectadores de arriba de las gradas oír y distinguir a los actores hablando en voz baja. Actualmente aún tienen lugar representaciones. Se cree que este teatro pudo alcanzar una capacidad límite de más de 15.000 espectadores en total, lo cual lo convierte en uno de los teatros antiguos más grandes y con más capacidad de aforo.
Después de visitar las ruinas continuamos el viaje cruzando el Peloponeso de este a oeste, realizando una parada en el precioso pueblo de Lagkadia y llegando sobre las 20.00 h a Olimpia, donde pernoctamos en el hotel Pelops, un gran alojamiento a un precio económico, situado en una zona tranquila del pueblo junto a una iglesia Ortodoxa y a unos 500 metros de las ruinas de Olimpia. Nos dimos una ducha rápida, salimos a cenar y después de tomar algo en una terraza preciosa de la calle principal nos acostarnos ya que el día había sido muy largo y estábamos realmente cansados.
DÍA – 4:
Nos levantamos a las 8 de la mañana, desayunamos y nos dirigimos andando a las ruinas de Olimpia, lugar realmente mágico, donde se celebraron los primeros Juegos Olímpicos, con una importancia comparable a los Juegos Píticos que se celebraban en Delfos. Olimpia también fue famosa por ser un centro religioso, y por su gigantesca estatua de oro y marfil de Zeus hecha por Fidias, la cual era una de las Siete Maravillas del Mundo.
Dentro de las ruinas cabe destacar el Templo de Zeus el mayor templo de todo el Peloponeso, de orden Dórico, tenía 6 columnas en fachada y trece a los lados, y unas dimensiones de 64,12 por 27,68 y albergaba la estatua de Zeus de aproximadamente 13 metros de alto, y el Estadio Olímpico donde se enciende la llama olímpica de los actuales Juegos Olímpicos mediante el reflejo de la luz solar en un espejo parabólico. En los Juegos Olímpicos de 2004, celebrados en Atenas, las pruebas de lanzamiento de peso se celebraron en el estadio de Olimpia. La verdad es que es un lugar realmente mágico y la sensación de acceder al estadio por la puerta por la que entraban los atletas en el año 776 a. C.es indescriptible.
Mientras Javi y Zamora visitaban el museo, los demás volvimos al hotel a recoger el equipaje y cuando ellos llegaron ya lo teníamos cargado en la furgoneta, por lo que emprendimos viaje hacia Patras, tercera ciudad más importante de Grecia tras Atenas y Salónica, abandonando el Peloponeso por el majestuoso puente (de peaje) que cruza el golfo de Patras y que evita que tengas que coger un ferry para volver a la Grecia central.
Nos empezaba a entrar el hambre y decidimos parar en una de las playas cercanas a Nafpaktos (Naupacto) antigua Lepanto y en cuyas aguas se celebró la famosa batalla. Después de comernos unos bocadillos, nos acercamos a un café al lado de la playa en la que la propietaria únicamente hablaba en griego, por lo que haciendo uso del “mierense” intentamos explicarle cómo queríamos los cafés y dónde al final terminamos tomando el mejor café glacé de todo el viaje, acompañado de unas cerezas en almíbar de miel cortesía de la casa, que eran una auténtica delicia. A continuación paramos en Nafpaktos, donde se puede contemplar su precioso puerto, su castillo y una estatua de Cervantes con varias placas que hacen referencia a su persona y a la batalla de Lepanto.
Continuamos viaje por la costa hasta las proximidades de Itea, donde nos desviamos para comenzar la ascensión hacia el pueblo de Delfos, que es como una terraza con unas vistas impresionantes, rodeada por una alfombra de olivos que llegan hasta el mar y donde pasamos la noche en el hotel Varonos, establecimiento con una excelente relación calidad precio y donde encontramos a un recepcionista muy simpático y todo amabilidad que hablaba perfectamente el español y que nos recibió con una botella de vino para cada habitación como detalle de bienvenida. Después de hacer varias fotos de las fabulosas vistas que teníamos desde las habitaciones y de dar buena cuenta del vino, salimos a dar una vuelta por el pueblo y nada más cenar nos fuimos a dormir, ya que el día siguiente iba a ser largo y agotado
Dentro de las ruinas cabe destacar el Templo de Zeus el mayor templo de todo el Peloponeso, de orden Dórico, tenía 6 columnas en fachada y trece a los lados, y unas dimensiones de 64,12 por 27,68 y albergaba la estatua de Zeus de aproximadamente 13 metros de alto, y el Estadio Olímpico donde se enciende la llama olímpica de los actuales Juegos Olímpicos mediante el reflejo de la luz solar en un espejo parabólico. En los Juegos Olímpicos de 2004, celebrados en Atenas, las pruebas de lanzamiento de peso se celebraron en el estadio de Olimpia. La verdad es que es un lugar realmente mágico y la sensación de acceder al estadio por la puerta por la que entraban los atletas en el año 776 a. C.es indescriptible.
Mientras Javi y Zamora visitaban el museo, los demás volvimos al hotel a recoger el equipaje y cuando ellos llegaron ya lo teníamos cargado en la furgoneta, por lo que emprendimos viaje hacia Patras, tercera ciudad más importante de Grecia tras Atenas y Salónica, abandonando el Peloponeso por el majestuoso puente (de peaje) que cruza el golfo de Patras y que evita que tengas que coger un ferry para volver a la Grecia central.
Nos empezaba a entrar el hambre y decidimos parar en una de las playas cercanas a Nafpaktos (Naupacto) antigua Lepanto y en cuyas aguas se celebró la famosa batalla. Después de comernos unos bocadillos, nos acercamos a un café al lado de la playa en la que la propietaria únicamente hablaba en griego, por lo que haciendo uso del “mierense” intentamos explicarle cómo queríamos los cafés y dónde al final terminamos tomando el mejor café glacé de todo el viaje, acompañado de unas cerezas en almíbar de miel cortesía de la casa, que eran una auténtica delicia. A continuación paramos en Nafpaktos, donde se puede contemplar su precioso puerto, su castillo y una estatua de Cervantes con varias placas que hacen referencia a su persona y a la batalla de Lepanto.
Continuamos viaje por la costa hasta las proximidades de Itea, donde nos desviamos para comenzar la ascensión hacia el pueblo de Delfos, que es como una terraza con unas vistas impresionantes, rodeada por una alfombra de olivos que llegan hasta el mar y donde pasamos la noche en el hotel Varonos, establecimiento con una excelente relación calidad precio y donde encontramos a un recepcionista muy simpático y todo amabilidad que hablaba perfectamente el español y que nos recibió con una botella de vino para cada habitación como detalle de bienvenida. Después de hacer varias fotos de las fabulosas vistas que teníamos desde las habitaciones y de dar buena cuenta del vino, salimos a dar una vuelta por el pueblo y nada más cenar nos fuimos a dormir, ya que el día siguiente iba a ser largo y agotado
El Phileppeión , en las Ruinas de Olimpia
Puente Rión Antirion sobre el golfo de Corinto en Patras
Nafpaktos, antigua Lepanto
Vistas del golfo de Corinto desde el hotel Varonos en Delfos
Tesoro de Atenas en las ruinas de Delfos
Monasterio bizantino de Ossios Lucas
Kastraki

Monasterio de Àgios Stéfanos
Monasteiro de Roussanou
Vista de Kastraki y la llanura de Tessalia desde el monasterio Garn Meteoro
Monasterio Gran Meteoro
Monasterio de Agía Triada
Todo el grupo con el monasterio de Agía Triada al fondo
Nos vamos hacia Santorini
Imerovigli

La primera puesta de sol en Santorini

Javi desayunando en el hotel Anita´s Villa, con la caldera al fondo
Imerovigli
Thira, capital de Santorini
Playa de Perívolos
Inés en la terraza del hotel
La playa Roja
Puesta de sol en Oia

Vista nocturna de Oia
Hotel Eri

Iglesia Bizantina de Panagia Ekatontapiliani


Marpissa
DÍA – 5:
Una vez más nos levantamos a las 8 de la mañana y después de disfrutar de uno de los mejores desayunos de nuestra estancia en Grecia, el responsable del hotel nos dio unos pequeños detalles de despedida, dirigiéndonos a continuación a las ruinas de Delfos que están a las afueras de la población.
Que decir de las ruinas, pues que solo su ubicación ya resulta impresionante, por un lado el monte Parnaso y por el otro el valle que desciende hasta el mar. Lugar de enorme importancia en la historia de Grecia. Considerado el ombligo del mundo al coincidir las dos águilas que soltó Zeus desde los dos extremos del mundo. Famosas por su Oráculo y las profecías de las Pitonisas y por sus juegos Píticos. En ellas podremos contemplar el famosísimo Templo de Apolo, el teatro, el estadio, la roca Sibila y en su museo la esfinge de Naxos y la estatua del Auriga de Delfos.
Una vez terminada la visita continuamos viaje el monasterio de Ossios Lucas, pasando por Arachova, precioso pueblo de montaña cuyas casas están construidas sobre cinco colinas del monte Parnaso y situada a unos 12 km de Delfos.
A unos 30 km de Delfos se encuentra el monasterio bizantino de Ossios Lucas del s. XI, tengo que reconocer que tenemos que darle las gracias a Javi, porque si no es por su insistencia, no habríamos realizado ésta visita. Antes el tom-tom nos jugó una mala pasada y nos indicó que habíamos llegado al monasterio, cuando en realidad nos encontrábamos en una playa, sacándonos del problema Javi que se bajó en una gasolinera y volvió con las indicaciones de cómo llegar al monasterio, (no sabemos que idioma utilizó, pero él se enteró de todo), el resultado fue tener que recorrer unos 20 km de más, hasta llegar al verdadero destino, pero una vez allí se te olvidan todas las vueltas de más que diste. Es una verdadera maravilla, con un entorno privilegiado que lo convierten en un remanso de paz y que hacen que la visita sea obligada. En el monasterio hay que visitar la iglesia del Katholikon, los mosaicos, la capilla de Theotokos y la Cripta.
Mientras realizábamos la visita llegó una excursión con unos 50 monjes ortodoxos, los famosos “popes”, portando sus ropas características y sus largas barbas, en fin, una experiencia más. Al lado del monasterio hay una zona ajardinada con mesas y bancos donde nos quedamos a comer los bocatas que nos preparó Zamora y de donde nos costó un montón levantarnos para continuar nuestro viaje, ya que como digo, aquello es un verdadero remanso de paz y tranquilidad.
Sobre las 15:30 h salimos hacia Lamía, para continuar por el interior hacia Trikala y Kalambaka, a donde llegamos sobre las 19:00h. En las afueras de Kalambaka está el preciosos pueblo de Kastraki situado justo debajo de las famosas rocas de Meteora, y donde teníamos la reserva en el Hotel Dellas, hotel completamente nuevo, muy tranquilo, con un desayuno espectacular y donde encontramos a una recepcionista todo amabilidad y que estaba encantada con poder practicar el español, recomendándonos que antes de ir a cenar, visitáramos dos capillitas que están en las proximidades del hotel, en la falda de las rocas de Meteora y que no figuran en los circuitos turísticos, cosa que hicimos aprovechando ya para contemplar el asombroso paisaje que nos rodeaba. En una gran llanura, la de Tesalia, como por arte de magia surgen de la tierra numerosas montañas de roca oscura, estrechas y de considerable altura, perpendiculares a la tierra. Sobre algunos de estos extraños e impresionantes macizos rocosos se encuentran los monasterios.
La casualidad de que el hotel estuviese en Kastraki y no en Kalampaka, resultó ser una de las mayores y agradables sorpresas de todo el viaje. El pueblo es muy tranquilo, lleno de casitas con huertos y una gran iglesia blanca en el centro. Pasear por el resultó verdaderamente agradable, la gente que está sentada en el exterior de las casas, te saluda al pasar como si fueras un vecino más del pueblo. Tiene varios restaurantes en los que se puede degustar comida tradicional, nosotros cenamos en uno que nos recomendó la recepcionista del hotel y que queda a la derecha según se entra en el pueblo, sus propietarios eran muy simpáticos y grandes aficionados al futbol. Después de una buena cena y una agradable sobremesa volvimos al hotel, y decidimos sentarnos en el bar a tomarnos una copa antes de irnos a la cama, por lo que Zamora se dirigió a la barra a pedir unos bailys para las chicas, por supuesto en “mierense”, monumental el ataque de risa que nos dió al verlo gesticular con el barman, pero que conste que volvió de la barra con las consumiciones.
Que decir de las ruinas, pues que solo su ubicación ya resulta impresionante, por un lado el monte Parnaso y por el otro el valle que desciende hasta el mar. Lugar de enorme importancia en la historia de Grecia. Considerado el ombligo del mundo al coincidir las dos águilas que soltó Zeus desde los dos extremos del mundo. Famosas por su Oráculo y las profecías de las Pitonisas y por sus juegos Píticos. En ellas podremos contemplar el famosísimo Templo de Apolo, el teatro, el estadio, la roca Sibila y en su museo la esfinge de Naxos y la estatua del Auriga de Delfos.
Una vez terminada la visita continuamos viaje el monasterio de Ossios Lucas, pasando por Arachova, precioso pueblo de montaña cuyas casas están construidas sobre cinco colinas del monte Parnaso y situada a unos 12 km de Delfos.
A unos 30 km de Delfos se encuentra el monasterio bizantino de Ossios Lucas del s. XI, tengo que reconocer que tenemos que darle las gracias a Javi, porque si no es por su insistencia, no habríamos realizado ésta visita. Antes el tom-tom nos jugó una mala pasada y nos indicó que habíamos llegado al monasterio, cuando en realidad nos encontrábamos en una playa, sacándonos del problema Javi que se bajó en una gasolinera y volvió con las indicaciones de cómo llegar al monasterio, (no sabemos que idioma utilizó, pero él se enteró de todo), el resultado fue tener que recorrer unos 20 km de más, hasta llegar al verdadero destino, pero una vez allí se te olvidan todas las vueltas de más que diste. Es una verdadera maravilla, con un entorno privilegiado que lo convierten en un remanso de paz y que hacen que la visita sea obligada. En el monasterio hay que visitar la iglesia del Katholikon, los mosaicos, la capilla de Theotokos y la Cripta.
Mientras realizábamos la visita llegó una excursión con unos 50 monjes ortodoxos, los famosos “popes”, portando sus ropas características y sus largas barbas, en fin, una experiencia más. Al lado del monasterio hay una zona ajardinada con mesas y bancos donde nos quedamos a comer los bocatas que nos preparó Zamora y de donde nos costó un montón levantarnos para continuar nuestro viaje, ya que como digo, aquello es un verdadero remanso de paz y tranquilidad.
Sobre las 15:30 h salimos hacia Lamía, para continuar por el interior hacia Trikala y Kalambaka, a donde llegamos sobre las 19:00h. En las afueras de Kalambaka está el preciosos pueblo de Kastraki situado justo debajo de las famosas rocas de Meteora, y donde teníamos la reserva en el Hotel Dellas, hotel completamente nuevo, muy tranquilo, con un desayuno espectacular y donde encontramos a una recepcionista todo amabilidad y que estaba encantada con poder practicar el español, recomendándonos que antes de ir a cenar, visitáramos dos capillitas que están en las proximidades del hotel, en la falda de las rocas de Meteora y que no figuran en los circuitos turísticos, cosa que hicimos aprovechando ya para contemplar el asombroso paisaje que nos rodeaba. En una gran llanura, la de Tesalia, como por arte de magia surgen de la tierra numerosas montañas de roca oscura, estrechas y de considerable altura, perpendiculares a la tierra. Sobre algunos de estos extraños e impresionantes macizos rocosos se encuentran los monasterios.
La casualidad de que el hotel estuviese en Kastraki y no en Kalampaka, resultó ser una de las mayores y agradables sorpresas de todo el viaje. El pueblo es muy tranquilo, lleno de casitas con huertos y una gran iglesia blanca en el centro. Pasear por el resultó verdaderamente agradable, la gente que está sentada en el exterior de las casas, te saluda al pasar como si fueras un vecino más del pueblo. Tiene varios restaurantes en los que se puede degustar comida tradicional, nosotros cenamos en uno que nos recomendó la recepcionista del hotel y que queda a la derecha según se entra en el pueblo, sus propietarios eran muy simpáticos y grandes aficionados al futbol. Después de una buena cena y una agradable sobremesa volvimos al hotel, y decidimos sentarnos en el bar a tomarnos una copa antes de irnos a la cama, por lo que Zamora se dirigió a la barra a pedir unos bailys para las chicas, por supuesto en “mierense”, monumental el ataque de risa que nos dió al verlo gesticular con el barman, pero que conste que volvió de la barra con las consumiciones.
DÍA – 6:
A las 8 de la mañana bajamos a desayunar y a continuación nos dirigimos a ver los monasterios. Saliendo desde Kastraki hay una carretera de unos 12 km que te permite verlos todos, en algunos casos la carretera llega hasta ellos y en otros se accede por largas escaleras pegadas a la roca. Los monasterios están clasificados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1988. Los primeros se fundaron en el siglo XIV y en la época de máximo esplendor llegó a haber 24, aunque en la actualidad solo 6 están en uso, Àgios Stéfanos, Roussanou, Gran Meteoro, Varlann, Agía Triada, Àgios Nikólaos, cuatro son masculinos y dos los habitan monjas. Nosotros visitamos el de Roussanou y el Gran Meteoro, por supuesto en los monasterios hay que guardar silencio y las mujeres deben de entrar tapadas, por que a la entrada tienen una especie de pareos para las personas que lo necesiten.
Si algo nos pesa, es el no haber tenido mas tiempo para poder visitar todos los monasterios. Lo ideal hubiese sido reservar dos noches de hotel y un día dedicarlo entero a los monasterios ya que son impresionantes, incluso de haber tenido mas tiempo, creo que hubiésemos hecho la ruta andando, ya que no hay un tramo en toda el recorrido que no merezca la pena ser contemplado.
Terminamos la visita sobre las 13:00h y emprendimos el viaje de regreso a Atenas, nuevamente por el interior hasta Lamía, donde cogimos la autopista pasando al lado del paso de las Termópilas y llegando a Atenas sobre las 18:00 h.
Terminamos la visita sobre las 13:00h y emprendimos el viaje de regreso a Atenas, nuevamente por el interior hasta Lamía, donde cogimos la autopista pasando al lado del paso de las Termópilas y llegando a Atenas sobre las 18:00 h.
Ya en Atenas nos dirigimos hacia el Pireo, donde teníamos la reserva en el hotel Pireaus Dream, que quedaba a cinco minutos andando del muelle donde teníamos que coger el ferry al día siguiente, hacia Santorini. Mientras Gema, Graci y Zamora se hacían cargo de las habitaciones, Inés, Javi y yo nos dirigimos a la Avda Singrou a devolver la Fiat Scudo, volviendo hacia el Pireo en el metro que cogimos en la cercana estación de Acrópolis. Una vez en el hotel, que por cierto estaba muy bien, duchita y paseo hasta el puerto para comprobar de donde salía el ferry y a continuación a cenar en una bonita terraza y directos a acostarnos ya que al día siguiente nos teníamos que levantar muy temprano. Ya en el hotel momentos de agobio y de tensión al quedarnos encerrados Gema, Graci, Javi y yo en uno de los ascensores, gracias a Dios todo quedó en un susto.
DÍA – 7:
Nos levantamos a las 05:45 h y nos dirigimos al puerto, ya que el barco de Blue Star Ferries tenía la salida a las 07:25 h y había que embarcar una hora antes, el billete cuesta 33,5 € por persona. Cogimos una mesa con sillas en la cubierta mas alta y aunque al zarpar el barco hacía fresquito el resto del viaje agradecimos la brisita y las vistas.
El barco hizo escala en las islas de Paros, Naxos e Ios, la travesía resultó muy agradable y a las 16:00 h llegamos a Santorini. La llegada a la isla ya resulta espectacular, al entrar a la caldera se pueden contemplar los pueblos de Oia, Imerovigli, Firestofani, la capital Thira y Akrotirio, colgados literalmente de los acantilados, con sus casitas blancas y las características cúpulas azules de las iglesias.
Teníamos una reserva en el hotel Anita´s Villa en Imerovigli y habíamos quedado vía e-mail en que nos fueran a recoger al puerto a los seis por 30 €. A nuestra llegada, allí teníamos un microbús a nuestra disposición. La subida por la carretera del puerto resulta no apta para cardiacos, con continuos adelantamientos a camiones y autobuses sin ver si viene algo de frente debido a las continuas curvas en herradura y sabiendo que cualquier error tendrá como resultado que terminemos en la caldera. Al llegar a Imerovigli nos estaba esperando Christos el dueño del hotel con un empleado para ayudarnos a bajar el equipaje por el laberinto de callejuelas que llevaban al Anita´s Villa. Ya en el hotel conocimos a Elena su mujer, los dos resultaron encantadores y dispuestos a ayudarte en todo lo que pudieran. Las vistas del hotel resultaron impresionantes, los desayunos en las terrazas de las habitaciones inigualables, las puestas de sol de película. Si hay que poner un pero al hotel, sería por las duchas, demasiado pequeñas y sin mamparas ni cortinas, por lo que el agua se salía, pero la verdad es que todo lo olvidabas cuando te asomabas a la terraza y contemplabas aquella maravilla de vistas.
A nuestra llegada Cristos nos dijo que podíamos usar la piscina del hotel que estaba pegado al nuestro, con la única condición de consumir algo en el bar, a la vez que también nos recomendó su restaurante para cenar, por lo que no nos lo pensamos más y nos fuimos derechos a la piscina, luego pudimos contemplar la primera puesta de sol, que resultó realmente increíble. Volvimos a la habitación a darnos una ducha y regresamos al restaurante donde cenamos unos creps riquísimos y muy baratos. A continuación reunión en una de las terrazas del hotel, para dar cuenta de unos pacharanes que habíamos llevado, a la vez que un músico amigo de Christos y Elena nos amenizaba lo velada con música griega. Sobre la media noche nos retiramos a las habitaciones ya que el madrugón había sido grande.
Nos levantamos a las 05:45 h y nos dirigimos al puerto, ya que el barco de Blue Star Ferries tenía la salida a las 07:25 h y había que embarcar una hora antes, el billete cuesta 33,5 € por persona. Cogimos una mesa con sillas en la cubierta mas alta y aunque al zarpar el barco hacía fresquito el resto del viaje agradecimos la brisita y las vistas.
El barco hizo escala en las islas de Paros, Naxos e Ios, la travesía resultó muy agradable y a las 16:00 h llegamos a Santorini. La llegada a la isla ya resulta espectacular, al entrar a la caldera se pueden contemplar los pueblos de Oia, Imerovigli, Firestofani, la capital Thira y Akrotirio, colgados literalmente de los acantilados, con sus casitas blancas y las características cúpulas azules de las iglesias.
Teníamos una reserva en el hotel Anita´s Villa en Imerovigli y habíamos quedado vía e-mail en que nos fueran a recoger al puerto a los seis por 30 €. A nuestra llegada, allí teníamos un microbús a nuestra disposición. La subida por la carretera del puerto resulta no apta para cardiacos, con continuos adelantamientos a camiones y autobuses sin ver si viene algo de frente debido a las continuas curvas en herradura y sabiendo que cualquier error tendrá como resultado que terminemos en la caldera. Al llegar a Imerovigli nos estaba esperando Christos el dueño del hotel con un empleado para ayudarnos a bajar el equipaje por el laberinto de callejuelas que llevaban al Anita´s Villa. Ya en el hotel conocimos a Elena su mujer, los dos resultaron encantadores y dispuestos a ayudarte en todo lo que pudieran. Las vistas del hotel resultaron impresionantes, los desayunos en las terrazas de las habitaciones inigualables, las puestas de sol de película. Si hay que poner un pero al hotel, sería por las duchas, demasiado pequeñas y sin mamparas ni cortinas, por lo que el agua se salía, pero la verdad es que todo lo olvidabas cuando te asomabas a la terraza y contemplabas aquella maravilla de vistas.
A nuestra llegada Cristos nos dijo que podíamos usar la piscina del hotel que estaba pegado al nuestro, con la única condición de consumir algo en el bar, a la vez que también nos recomendó su restaurante para cenar, por lo que no nos lo pensamos más y nos fuimos derechos a la piscina, luego pudimos contemplar la primera puesta de sol, que resultó realmente increíble. Volvimos a la habitación a darnos una ducha y regresamos al restaurante donde cenamos unos creps riquísimos y muy baratos. A continuación reunión en una de las terrazas del hotel, para dar cuenta de unos pacharanes que habíamos llevado, a la vez que un músico amigo de Christos y Elena nos amenizaba lo velada con música griega. Sobre la media noche nos retiramos a las habitaciones ya que el madrugón había sido grande.
DÍA – 8:
Nos levantamos sobre las nueve y media de la mañana y dimos cuenta de un desayuno impresionante mientras contemplábamos las espectaculares vistas de la caldera.
Sobre las 10:30 h, nos dirigimos caminando hacia Thira. Nuestras cámaras de fotos echaban humo porque a cada paso te encontrabas una foto mejor que la anterior. Ya en Thira nos dirigimos a la estación de autobuses y cogimos uno que nos dejó en 20 minutos en la playa de Perívolos. Indicar que las playas de Santorini no son lo mas bonito de la isla, aunque tampoco es que sean malas, pero a Santorini se va a disfrutar de las vistas de la caldera, de sus pueblos blancos colgados de los acantilados y de sus impresionantes puestas de sol.
Ya en la playa, nos encontramos a una chica que estaba de camarera en uno de los numerosos disco-pub playeros y nos comentó que podíamos coger sombrillas y hamacas simplemente con pedir una consumición en el bar lo que nos alegró un montón porque íbamos esperando que nos metieran un clavo por el alquiler, así que nos dispusimos a disfrutar de un día totalmente playero.
Sobre las 17:00 cogimos el autobús de vuelta a Thira, donde nos dedicamos a recorrer la numerosas tiendas realizando alguna que otra compra. Luego nos dirigimos andando nuevamente hasta Imerovigli para contemplar una nueva puesta de sol, para a continuación, después de darnos una duchita, cenar y tomarnos unas copitas en la terraza del hotel.
Nos levantamos sobre las nueve y media de la mañana y dimos cuenta de un desayuno impresionante mientras contemplábamos las espectaculares vistas de la caldera.
Sobre las 10:30 h, nos dirigimos caminando hacia Thira. Nuestras cámaras de fotos echaban humo porque a cada paso te encontrabas una foto mejor que la anterior. Ya en Thira nos dirigimos a la estación de autobuses y cogimos uno que nos dejó en 20 minutos en la playa de Perívolos. Indicar que las playas de Santorini no son lo mas bonito de la isla, aunque tampoco es que sean malas, pero a Santorini se va a disfrutar de las vistas de la caldera, de sus pueblos blancos colgados de los acantilados y de sus impresionantes puestas de sol.
Ya en la playa, nos encontramos a una chica que estaba de camarera en uno de los numerosos disco-pub playeros y nos comentó que podíamos coger sombrillas y hamacas simplemente con pedir una consumición en el bar lo que nos alegró un montón porque íbamos esperando que nos metieran un clavo por el alquiler, así que nos dispusimos a disfrutar de un día totalmente playero.
Sobre las 17:00 cogimos el autobús de vuelta a Thira, donde nos dedicamos a recorrer la numerosas tiendas realizando alguna que otra compra. Luego nos dirigimos andando nuevamente hasta Imerovigli para contemplar una nueva puesta de sol, para a continuación, después de darnos una duchita, cenar y tomarnos unas copitas en la terraza del hotel.
DÍA – 9:
Después de dar cuenta del magnífico desayuno, esperamos a que nos trajeran el coche que habíamos alquilado para ese día por mediación de Christos por 50 € y nos lanzamos a recorrer la isla.
Realizamos la primera parada en Megalochori a unos 10 km de Thira, un pueblecito del interior muy bonito y famoso por sus bodegas de vino. Continuamos camino hacia Akrotiri en uno de los extremos de la isla y famosa por su yacimiento arqueológico. A continuación visitamos la playa Roja, la de Kamari que es la más turística de la isla y la de Paradisos, para terminar el recorrido dándonos un baño en la Perívolos.
Regresamos a Imerovigli y después de darnos una reconfortante ducha y cambiarnos de ropa, cogimos nuevamente el coche y nos fuimos hacia Oia. El pueblo es precioso y en el están las tiendas y los restaurantes mas caros de la isla, bueno la verdad es que nada mas llegar, ves que hay mucho más lujo que en el resto de Santorini. Después de disfrutar de la impresionante puesta de sol, con fama de ser la más bonita del mar Egeo, contemplada por cientos de personas que se disputan los mejores sitios, nos dedicamos a recorrer las numerosas callejuelas de la localidad y a hacer un montón de fotos ya que las vistas son impresionantes. Luego nos volvimos a Imerovigli donde cenamos y tomamos unas copas disfrutando de la última noche al lado de la caldera.
Después de dar cuenta del magnífico desayuno, esperamos a que nos trajeran el coche que habíamos alquilado para ese día por mediación de Christos por 50 € y nos lanzamos a recorrer la isla.
Realizamos la primera parada en Megalochori a unos 10 km de Thira, un pueblecito del interior muy bonito y famoso por sus bodegas de vino. Continuamos camino hacia Akrotiri en uno de los extremos de la isla y famosa por su yacimiento arqueológico. A continuación visitamos la playa Roja, la de Kamari que es la más turística de la isla y la de Paradisos, para terminar el recorrido dándonos un baño en la Perívolos.
Regresamos a Imerovigli y después de darnos una reconfortante ducha y cambiarnos de ropa, cogimos nuevamente el coche y nos fuimos hacia Oia. El pueblo es precioso y en el están las tiendas y los restaurantes mas caros de la isla, bueno la verdad es que nada mas llegar, ves que hay mucho más lujo que en el resto de Santorini. Después de disfrutar de la impresionante puesta de sol, con fama de ser la más bonita del mar Egeo, contemplada por cientos de personas que se disputan los mejores sitios, nos dedicamos a recorrer las numerosas callejuelas de la localidad y a hacer un montón de fotos ya que las vistas son impresionantes. Luego nos volvimos a Imerovigli donde cenamos y tomamos unas copas disfrutando de la última noche al lado de la caldera.
Oia y al fondo Imerovigli y Thira
DÍA – 10:
Después de desayunar, Inés y Zamora nos dijeron que querían ir al promontorio rocoso de Skaros, situado frente al hotel y en el que antiguamente había una fortaleza que fue destruida por un terremoto. Actualmente en la roca hay una ermita preciosa y desde ella se pueden divisar unas vistas increíbles. Gema, Graci y yo preferimos ir de compras a las tiendecitas de Imerovigli y Javi decidió quedarse en el hotel. Después de unas cuantas compras y ya cansado de andar de tiendas, les dije a las chicas que regresaba al hotel a hacerle compañía a Javi, pero antes tuve la brillante idea de cambiar de estacionamiento el vehículo que habíamos alquilado el día anterior y que estaba a la espera de que vinieran a recogerlo. Al salir del vehículo una vez estacionado, me dí cuenta de que se me olvidaban en su interior las bolsas de las compras que acababa de realizar y al girar la cabeza me dí un tremendo cabezazo contra el coche, clavándome en la sien un tornillo de la patilla de las gafas de sol. El golpe fue brutal y estuve a punto de desmayarme. Como pude me senté en el coche y una vez que me repuse un poco, comprobé que estaba sangrando abundantemente, por lo que me dirigí al hotel donde con la ayuda de Javi me limpié la herida y me puse un poco de hielo, terminando de recuperarme gracias a unos “ouzos” servidos por mi amigo y tomados mientras disfrutábamos de las últimas vistas de la caldera de Santorini.
Sobre las 13:30 h nos vinieron a recoger y nos trasladaron al puerto donde cogimos el ferry de la compañía Blue Star hacia Paros, el billete cuesta 16,5 € por persona. El barco hizo escala en la isla de Naxos y después de unas tres horas de travesía llegamos a Parikia la capital de Paros.
Ya en Parikia nos trasladamos al hotel Eri que queda a unos 200 metros fuera del casco urbano y a unos 500 metros de la playa, a la que llegas por un camino. El Hotel estaba realmente bien, la relación calidad precio es estupenda, y nos dieron tres habitaciones con acceso directo a los jardines y piscina. Nos instalamos en las habitaciones, nos dimos un baño en la piscina y cuando nos disponíamos a salir del hotel para ir a cenar fuimos obsequiados por la encargada, con unas cervezas fresquitas, ya que resulta que el hotel era de los mismos propietarios que el Hotel Apollo de Atenas en el que habíamos estado las dos primeras noches y la recepcionista había cumplido su palabra y había llamado para que nos trataran bien.
Nos fuimos a cenar y luego nos tomamos unos cafés glacé y unos “ouzos” en una terraza de Parikia en las que el camarero nos bailó un poco de sirtaki. Luego nos fuimos a dormir.
Después de desayunar, Inés y Zamora nos dijeron que querían ir al promontorio rocoso de Skaros, situado frente al hotel y en el que antiguamente había una fortaleza que fue destruida por un terremoto. Actualmente en la roca hay una ermita preciosa y desde ella se pueden divisar unas vistas increíbles. Gema, Graci y yo preferimos ir de compras a las tiendecitas de Imerovigli y Javi decidió quedarse en el hotel. Después de unas cuantas compras y ya cansado de andar de tiendas, les dije a las chicas que regresaba al hotel a hacerle compañía a Javi, pero antes tuve la brillante idea de cambiar de estacionamiento el vehículo que habíamos alquilado el día anterior y que estaba a la espera de que vinieran a recogerlo. Al salir del vehículo una vez estacionado, me dí cuenta de que se me olvidaban en su interior las bolsas de las compras que acababa de realizar y al girar la cabeza me dí un tremendo cabezazo contra el coche, clavándome en la sien un tornillo de la patilla de las gafas de sol. El golpe fue brutal y estuve a punto de desmayarme. Como pude me senté en el coche y una vez que me repuse un poco, comprobé que estaba sangrando abundantemente, por lo que me dirigí al hotel donde con la ayuda de Javi me limpié la herida y me puse un poco de hielo, terminando de recuperarme gracias a unos “ouzos” servidos por mi amigo y tomados mientras disfrutábamos de las últimas vistas de la caldera de Santorini.
Sobre las 13:30 h nos vinieron a recoger y nos trasladaron al puerto donde cogimos el ferry de la compañía Blue Star hacia Paros, el billete cuesta 16,5 € por persona. El barco hizo escala en la isla de Naxos y después de unas tres horas de travesía llegamos a Parikia la capital de Paros.
Ya en Parikia nos trasladamos al hotel Eri que queda a unos 200 metros fuera del casco urbano y a unos 500 metros de la playa, a la que llegas por un camino. El Hotel estaba realmente bien, la relación calidad precio es estupenda, y nos dieron tres habitaciones con acceso directo a los jardines y piscina. Nos instalamos en las habitaciones, nos dimos un baño en la piscina y cuando nos disponíamos a salir del hotel para ir a cenar fuimos obsequiados por la encargada, con unas cervezas fresquitas, ya que resulta que el hotel era de los mismos propietarios que el Hotel Apollo de Atenas en el que habíamos estado las dos primeras noches y la recepcionista había cumplido su palabra y había llamado para que nos trataran bien.
Nos fuimos a cenar y luego nos tomamos unos cafés glacé y unos “ouzos” en una terraza de Parikia en las que el camarero nos bailó un poco de sirtaki. Luego nos fuimos a dormir.
DÍA – 11:
Quedamos a las nueve y media en el comedor para dar cuenta del desayuno y luego con tranquilidad nos fuimos dando un paseo hasta la playa de Parikia donde pasamos la mañana un poco al sol y otro poco en el agua. Zamora y Javi se fueron a dar un paseo por la playa, luego siguieron por la costa y acabaron descubriendo la playa de Krios y su chiringuito “estilo caribe”. Les tuvimos que prometer que al día siguiente nos acercaríamos hasta allí. Dejamos la playa y nos tomamos una cerveza antes de ir a comer, luego volvimos al hotel, donde Inés, Graci y yo pasamos la tarde en la piscina, mientras los vagos Gema, Javi y Zamora se fueron a dormir la siesta.
Cuando tuvieron a bien despertarse, nos dirigimos hacia el centro de Parikia donde visitamos la iglesia bizantina de Panagia Ekatontapiliani, que es el monumento más famoso y que fue construida a mediados del siglo 6 por el emperador bizantino Justiniano. Tiene interesantes frescos en sus paredes y alberga el Museo Eclesiástico de Parikia. Después de unas cuantas fotos al típico molino situado a la entrada del puerto de la capital, nos fuimos a recorrer las bonitas callejuelas blancas de esta población en la que viven unos 14.000 habitantes.
Luego nos fuimos a cenar y volvimos al hotel donde nos tomamos unas copichuelas al lado de la piscina.
Quedamos a las nueve y media en el comedor para dar cuenta del desayuno y luego con tranquilidad nos fuimos dando un paseo hasta la playa de Parikia donde pasamos la mañana un poco al sol y otro poco en el agua. Zamora y Javi se fueron a dar un paseo por la playa, luego siguieron por la costa y acabaron descubriendo la playa de Krios y su chiringuito “estilo caribe”. Les tuvimos que prometer que al día siguiente nos acercaríamos hasta allí. Dejamos la playa y nos tomamos una cerveza antes de ir a comer, luego volvimos al hotel, donde Inés, Graci y yo pasamos la tarde en la piscina, mientras los vagos Gema, Javi y Zamora se fueron a dormir la siesta.
Cuando tuvieron a bien despertarse, nos dirigimos hacia el centro de Parikia donde visitamos la iglesia bizantina de Panagia Ekatontapiliani, que es el monumento más famoso y que fue construida a mediados del siglo 6 por el emperador bizantino Justiniano. Tiene interesantes frescos en sus paredes y alberga el Museo Eclesiástico de Parikia. Después de unas cuantas fotos al típico molino situado a la entrada del puerto de la capital, nos fuimos a recorrer las bonitas callejuelas blancas de esta población en la que viven unos 14.000 habitantes.
Luego nos fuimos a cenar y volvimos al hotel donde nos tomamos unas copichuelas al lado de la piscina.
DÍA – 12:
Una vez desayunados, recogimos las llaves del vehículo que habíamos alquilado en la recepción del hotel y que ya nos habían traído. Nos costó 50 € y lo teníamos que devolver al día siguiente, justo al lado de donde cogeríamos el barco para Mikonos.
Salimos a recorrer la isla y nuestra primera parada fue en Lefkes un pueblecito de unos 500 habitantes situado en el interior a unos 11 km al S- E de la capital. En el visitamos la iglesia bizantina de Agia Triada. El pueblo tiene mucho encanto, está situado en una colina rodeada de olivos y es muy tranquilo. Después de un recorrido por sus calles continuamos camino hacia Marpissa, otro pueblecito del interior, que puedes visitar si te coge de paso, pero que no tiene mas interés que sus casitas blancas y sus dos ermitas.
La siguiente parada fue la playa de Santa Maria, en la que estuvimos haciéndonos unas cuantas fotos, pero no nos bañamos porque ya teníamos decidido que a continuación iríamos a la de Kolimbithres, sin duda mucho más bonita y en la que estuvimos hasta bien entrada la tarde disfrutando de sus cristalinas aguas. Seguimos hacia Parikia y Javi nos recordó que teníamos pendiente tomar algo en el chiringuito de Krios y hacia allí nos dirigimos. El chiringuito está situado en una plataforma rodeado por el mar y se está realmente bien. Hasta él llega una barquita que da viajes hasta Parikia. Nos tomamos unas cervezas bien frías y después de hacer las consiguientes fotos nos volvimos al hotel y nos dimos un baño en la piscina.
Ya por la noche nos dirigimos a Naoussa hermoso pueblo de pescadores situado en una amplia bahía en la parte norte de Paros, a 10 kilómetros al este de Parikia. Naoussa está considerado como uno de los pueblos más bonitos de las Cícladas y, a pesar del desarrollo del turismo, se las arreglan para mantener su autenticidad, su carácter y su encanto, con sus flores blancas y pequeñas casas y sus pequeñas iglesias blancas y capillas, rodeado de un laberinto de estrechas calles empedradas. También tiene un gran ambiente nocturno con numerosos restaurantes y sitios de copas. Después de cenar nos volvimos al hotel para preparar el equipaje ya que al día siguiente salíamos hacia Mykonos.
Una vez desayunados, recogimos las llaves del vehículo que habíamos alquilado en la recepción del hotel y que ya nos habían traído. Nos costó 50 € y lo teníamos que devolver al día siguiente, justo al lado de donde cogeríamos el barco para Mikonos.
Salimos a recorrer la isla y nuestra primera parada fue en Lefkes un pueblecito de unos 500 habitantes situado en el interior a unos 11 km al S- E de la capital. En el visitamos la iglesia bizantina de Agia Triada. El pueblo tiene mucho encanto, está situado en una colina rodeada de olivos y es muy tranquilo. Después de un recorrido por sus calles continuamos camino hacia Marpissa, otro pueblecito del interior, que puedes visitar si te coge de paso, pero que no tiene mas interés que sus casitas blancas y sus dos ermitas.
La siguiente parada fue la playa de Santa Maria, en la que estuvimos haciéndonos unas cuantas fotos, pero no nos bañamos porque ya teníamos decidido que a continuación iríamos a la de Kolimbithres, sin duda mucho más bonita y en la que estuvimos hasta bien entrada la tarde disfrutando de sus cristalinas aguas. Seguimos hacia Parikia y Javi nos recordó que teníamos pendiente tomar algo en el chiringuito de Krios y hacia allí nos dirigimos. El chiringuito está situado en una plataforma rodeado por el mar y se está realmente bien. Hasta él llega una barquita que da viajes hasta Parikia. Nos tomamos unas cervezas bien frías y después de hacer las consiguientes fotos nos volvimos al hotel y nos dimos un baño en la piscina.
Ya por la noche nos dirigimos a Naoussa hermoso pueblo de pescadores situado en una amplia bahía en la parte norte de Paros, a 10 kilómetros al este de Parikia. Naoussa está considerado como uno de los pueblos más bonitos de las Cícladas y, a pesar del desarrollo del turismo, se las arreglan para mantener su autenticidad, su carácter y su encanto, con sus flores blancas y pequeñas casas y sus pequeñas iglesias blancas y capillas, rodeado de un laberinto de estrechas calles empedradas. También tiene un gran ambiente nocturno con numerosos restaurantes y sitios de copas. Después de cenar nos volvimos al hotel para preparar el equipaje ya que al día siguiente salíamos hacia Mykonos.
Marpissa
DÍA – 13:
Aprovechamos para dormir algo más la mañana y nos fuimos a desayunar a última hora, luego con tranquilidad recogimos y cargamos el equipaje en el vehículo que teníamos alquilado y nos dirigimos al puerto de Parikia, donde a las 13:45 h tenía la salida el ferry rápido de la compañía Hellenic Seaways que es la que realiza el trayecto entre Paros y Mykonos, el billete cuesta 29,5 € y fue el único que aunque también lo reservamos por Internet, tuvimos que pagar para que nos lo enviaran a España, ya que al contrario de Blue Star, no había posibilidad de recogerlo en ninguna oficina a nuestra llegas. El viaje resulta comodísimo y dura 1 hora aproximadamente, el único inconveniente es que en el barco todos los tripulantes están estresados, te meten prisa al entrar y antes de te sientes, ya está en movimiento y te meten prisa al salir y si te duermes corres el peligro de que no te de tiempo a bajarte, como por cierto casi les pasa a Graci y a Inés.
Una vez desembarcados buscamos el microbús que nos tenía que acompañar al hotel Karrop Tree. Situado a unos 200 metros de Mykonos, con unas vistas excelentes y buena relación calidad precio. Nada mas dejar el equipaje en las habitaciones nos fuimos a comer y luego nos pasamos toda la tarde en la piscina.
Al atardecer nos acercamos a ver la puesta de sol en los famosos molinos, y cuando nos dirigíamos hacia la zona de la Pequeña Venecia nos encontramos con Petros el famoso pelícano, al que todo el mundo pretendía tocar. Continuamos caminando hacia la iglesia de Panagia Paraportiani, la más famosa de Mykonos y que sale en el anuncio de yogurt griego de Danone. Luego continuamos hacia el puerto y nos metimos de lleno a callejear por el laberinto de blancas calles, llenas de buganvillas, de tiendas y de lugares de ocio. A continuación buscamos un buen restaurante donde nos metimos la mejor cena del viaje y luego nos fuimos a tomar un café glacé a la Pequeña Venecia, seis cafés 36 €, pero la experiencia vale la pena. Luego nos volvimos al hotel y después de tomarnos una copa en la terraza, nos fuimos a la cama.
Hotel Carrop Tree

Los molinos desde la Pequeña Venecia
Georgia y Petros
Playa de Pradise
Aprovechamos para dormir algo más la mañana y nos fuimos a desayunar a última hora, luego con tranquilidad recogimos y cargamos el equipaje en el vehículo que teníamos alquilado y nos dirigimos al puerto de Parikia, donde a las 13:45 h tenía la salida el ferry rápido de la compañía Hellenic Seaways que es la que realiza el trayecto entre Paros y Mykonos, el billete cuesta 29,5 € y fue el único que aunque también lo reservamos por Internet, tuvimos que pagar para que nos lo enviaran a España, ya que al contrario de Blue Star, no había posibilidad de recogerlo en ninguna oficina a nuestra llegas. El viaje resulta comodísimo y dura 1 hora aproximadamente, el único inconveniente es que en el barco todos los tripulantes están estresados, te meten prisa al entrar y antes de te sientes, ya está en movimiento y te meten prisa al salir y si te duermes corres el peligro de que no te de tiempo a bajarte, como por cierto casi les pasa a Graci y a Inés.
Una vez desembarcados buscamos el microbús que nos tenía que acompañar al hotel Karrop Tree. Situado a unos 200 metros de Mykonos, con unas vistas excelentes y buena relación calidad precio. Nada mas dejar el equipaje en las habitaciones nos fuimos a comer y luego nos pasamos toda la tarde en la piscina.
Al atardecer nos acercamos a ver la puesta de sol en los famosos molinos, y cuando nos dirigíamos hacia la zona de la Pequeña Venecia nos encontramos con Petros el famoso pelícano, al que todo el mundo pretendía tocar. Continuamos caminando hacia la iglesia de Panagia Paraportiani, la más famosa de Mykonos y que sale en el anuncio de yogurt griego de Danone. Luego continuamos hacia el puerto y nos metimos de lleno a callejear por el laberinto de blancas calles, llenas de buganvillas, de tiendas y de lugares de ocio. A continuación buscamos un buen restaurante donde nos metimos la mejor cena del viaje y luego nos fuimos a tomar un café glacé a la Pequeña Venecia, seis cafés 36 €, pero la experiencia vale la pena. Luego nos volvimos al hotel y después de tomarnos una copa en la terraza, nos fuimos a la cama.
DÍA – 14:
Nos levantamos sobre las 10 de la mañana y después de desayunar volvimos a realizar el mismo recorrido que la tarde-noche anterior, decir que las calles de Mykonos con la luz del sol reflejando sobre sus casitas blancas resultan realmente bonitas. Aprovechamos también para realizar varias compras que teníamos pendientes. Volvimos a encontrarnos a Petros pero esta vez acompañado de Giorgia su pareja. Pasamos la mañana callejeando y viendo tiendas hasta la hora de comer. Luego nos fuimos al hotel y estuvimos toda la tarde en la piscina tumbados al sol, ya que las fuerzas comenzaban a flaquear.
Después de ver la magnífica puesta de sol desde el hotel, volvimos a meternos en el laberinto de calles de Mykonos hasta la hora de cenar. Luego vuelta al hotel, unas copas y a la cama.
Nos levantamos sobre las 10 de la mañana y después de desayunar volvimos a realizar el mismo recorrido que la tarde-noche anterior, decir que las calles de Mykonos con la luz del sol reflejando sobre sus casitas blancas resultan realmente bonitas. Aprovechamos también para realizar varias compras que teníamos pendientes. Volvimos a encontrarnos a Petros pero esta vez acompañado de Giorgia su pareja. Pasamos la mañana callejeando y viendo tiendas hasta la hora de comer. Luego nos fuimos al hotel y estuvimos toda la tarde en la piscina tumbados al sol, ya que las fuerzas comenzaban a flaquear.
Después de ver la magnífica puesta de sol desde el hotel, volvimos a meternos en el laberinto de calles de Mykonos hasta la hora de cenar. Luego vuelta al hotel, unas copas y a la cama.
DÍA – 15:
Los primeros en levantarse fueron Zamora y Javi que se fueron a coger el barco para ir a visitar las ruinas de Delos. Nosotros preferimos quedarnos un poco mas en la cama y después de desayunar nos fuimos a coger un autobús hacia la Playa de Paradise, muy apreciada por la gente joven dado que hay música las 24 horas y hay fiestas en la playa todos los días. Nos fuimos derechos a coger unas tumbonas y sombrillas y menos mal que nos dimos cuenta que había que regatear con el responsable de las mismas, si no menudo clavo que nos meten. La playa, la verdad es que quitando la marcha que hay , no es de las mejores que vimos, pero si vas a Mykonos tienes que verla y resulta una experiencia más.
Sobre el medio día llegaron Javi y Zamora, bastante descontentos de lo que habían visto en Delos, sobre todo se quejaban del mal estado de conservación que presentan las ruinas, todas tomadas de maleza y con los caminos impracticables. Comimos en uno de los chiringuitos de la playa y nos quedamos hasta las seis de la tarde , luego tomamos el autobús de vuelta. Nos dimos una buena ducha y nos dirigimos a disfrutar de la última noche en Mykonos.
Los primeros en levantarse fueron Zamora y Javi que se fueron a coger el barco para ir a visitar las ruinas de Delos. Nosotros preferimos quedarnos un poco mas en la cama y después de desayunar nos fuimos a coger un autobús hacia la Playa de Paradise, muy apreciada por la gente joven dado que hay música las 24 horas y hay fiestas en la playa todos los días. Nos fuimos derechos a coger unas tumbonas y sombrillas y menos mal que nos dimos cuenta que había que regatear con el responsable de las mismas, si no menudo clavo que nos meten. La playa, la verdad es que quitando la marcha que hay , no es de las mejores que vimos, pero si vas a Mykonos tienes que verla y resulta una experiencia más.
Sobre el medio día llegaron Javi y Zamora, bastante descontentos de lo que habían visto en Delos, sobre todo se quejaban del mal estado de conservación que presentan las ruinas, todas tomadas de maleza y con los caminos impracticables. Comimos en uno de los chiringuitos de la playa y nos quedamos hasta las seis de la tarde , luego tomamos el autobús de vuelta. Nos dimos una buena ducha y nos dirigimos a disfrutar de la última noche en Mykonos.
DÍA – 16:
Nos levantamos con el tiempo justo para desayunar y luego volvimos a la habitación a terminar de hacer el equipaje y a hacer tiempo para que nos vinieran a recoger para acompañarnos al puerto donde a las 14:15 h salía el barco de la compañía Blue Star hacia el Pireo, el precio del billete 30,5 €. La travesía por primera vez, resultó bastante movidita y Graci lo pasó bastante mal. El barco hizo escala en las islas de Tinos y Siros, donde pudimos disfrutar de unas bonitas vistas desde el barco, de su capital Ermoúpoli, que hasta el siglo XIX era el mayor puerto griego y uno de los principales del Mediterráneo. Es sede episcopal y es la capital administrativa de las Cícladas. Sobre las 20:30 llegamos al Pireo.
Tomamos el metro en la bonita estación del Pireo, en la que por cierto, está prohibido sacar fotos, y nos bajamos en la de Metaxourgio, donde teníamos de nuevo reservadas dos noches en el hotel Apollo. Cogimos nuestras habitaciones y nos subimos corriendo a la terraza a tomarnos unos “ouzos” y unas cervezas, contemplando las vistas de la Acrópolis. Nos encontrábamos tan bien, que ya nos quedamos a cenar y hasta que no nos dijeron que era la hora de cerrar el bar, no nos fuimos a nuestras habitaciones.
Nos levantamos con el tiempo justo para desayunar y luego volvimos a la habitación a terminar de hacer el equipaje y a hacer tiempo para que nos vinieran a recoger para acompañarnos al puerto donde a las 14:15 h salía el barco de la compañía Blue Star hacia el Pireo, el precio del billete 30,5 €. La travesía por primera vez, resultó bastante movidita y Graci lo pasó bastante mal. El barco hizo escala en las islas de Tinos y Siros, donde pudimos disfrutar de unas bonitas vistas desde el barco, de su capital Ermoúpoli, que hasta el siglo XIX era el mayor puerto griego y uno de los principales del Mediterráneo. Es sede episcopal y es la capital administrativa de las Cícladas. Sobre las 20:30 llegamos al Pireo.
Tomamos el metro en la bonita estación del Pireo, en la que por cierto, está prohibido sacar fotos, y nos bajamos en la de Metaxourgio, donde teníamos de nuevo reservadas dos noches en el hotel Apollo. Cogimos nuestras habitaciones y nos subimos corriendo a la terraza a tomarnos unos “ouzos” y unas cervezas, contemplando las vistas de la Acrópolis. Nos encontrábamos tan bien, que ya nos quedamos a cenar y hasta que no nos dijeron que era la hora de cerrar el bar, no nos fuimos a nuestras habitaciones.
DÍA – 17:
A las 9 de la mañana quedamos para desayunar y sobre las 10 nos dirigimos hacia la plaza Omonia para luego giramos hacia Monastiraki. Visitamos la Torre de los Vientos en el Ágora Romana de Atenas, del siglo I. a. de C., construida en mármolcon 12 metros de altura y 8 de diámetro. Luego vimos la Iglesia Bizantina de Kapnikarea, la de Agios Eleftherios y la catedral ortodoxa de Atenas.
A continuación nos sumergimos por el laberinto de calles de la Plaka, donde hicimos las últimas compras. Ya agotados nos detuvimos a tomamos unas cervezas y a comer luego seguimos recorriendo la Plaka hasta que se nos agotaron totalmente las baterías.
Volvimos al hotel y nos fuimos a las habitaciones para dejar preparado el equipaje, ya que al día siguiente nos teníamos que levantar a las cuatro y media de la mañana, al habernos cambiado la hora de salida de nuestro vuelo a Madrid.
Una vez listo el equipaje, subimos a la terraza a tomarnos unas copas hasta la hora de cenar. Luego nos fuimos a dormir, ya que el madrugón del día siguiente era importante.
A las 9 de la mañana quedamos para desayunar y sobre las 10 nos dirigimos hacia la plaza Omonia para luego giramos hacia Monastiraki. Visitamos la Torre de los Vientos en el Ágora Romana de Atenas, del siglo I. a. de C., construida en mármolcon 12 metros de altura y 8 de diámetro. Luego vimos la Iglesia Bizantina de Kapnikarea, la de Agios Eleftherios y la catedral ortodoxa de Atenas.
A continuación nos sumergimos por el laberinto de calles de la Plaka, donde hicimos las últimas compras. Ya agotados nos detuvimos a tomamos unas cervezas y a comer luego seguimos recorriendo la Plaka hasta que se nos agotaron totalmente las baterías.
Volvimos al hotel y nos fuimos a las habitaciones para dejar preparado el equipaje, ya que al día siguiente nos teníamos que levantar a las cuatro y media de la mañana, al habernos cambiado la hora de salida de nuestro vuelo a Madrid.
Una vez listo el equipaje, subimos a la terraza a tomarnos unas copas hasta la hora de cenar. Luego nos fuimos a dormir, ya que el madrugón del día siguiente era importante.
Hola, me ha gustado bastante leer esta entrada de tu blog ya que voy a hacer un recorrido muy parecido al tuyo. Estoy pensando en pasar 2 noches en Meteora tal y como dices que os habría gustado hacer, pero en ese caso tendría que sacrificar Olimpia. ¿Cómo lo ves? Gracias de antemano.
ResponderEliminarpor cierto, muy buenas las fotos...
ResponderEliminarBuen diario de viaje, este año tenemos pensado ir a Grecia y nos ha venido muy bien este documento.
ResponderEliminarUn saludo y Pura vida.
Francis Vega Mendoza
http://infravg.blogspot.com.es/